sábado, 4 de mayo de 2013

Capitulo Doce - Maratón Cuatro De Cuatro.


Capitulo 12. {Maratón 4/4}

Justin levanto un dedo.

- Regla número uno: desde ahora en adelante, me avisaras a donde y con quien deseas salir. Yo decidiré si vas o no.

- ¿Qué? ¡No! ¡Yo puedo salir con quien quiera y cuando sea!

Él continúo como si ella no hubiese hablado.

- Dos.- dijo.- podrás salir todo lo que quieras, siempre y cuando llegues a la hora acordada que, será hasta las 10. Ni una hora más, o serás severamente castigada.

_____ abrió la boca para protestar, pero la volvió a cerrar al darse cuenta de que sus berrinches no servirían para nada. Relajó su postura y se obligó a seguir escuchándolo.

- ¿Y la tercera?

Otro dedo.

- No volverás a ver a ese tal Mark.

_____ abrió los ojos a tope. Vale, era capaz de soportar las dos primeras reglas, ¿Pero la tercera? ¡Jamás!

- ¡Estas loco!- exclamó eufórica.- Mark es como mi hermano, y te guste o no, seguiré viéndolo cuantas veces se me plazca.

Mientras ella hablaba, Justin le echó una rápida mirada a la pared que estaba tras ella e imaginó lo magnifico que seria apoyarla contra aquella y penetrarla una y otra vez. Humedeciéndose los labios con la lengua, Justin se volvió a dirigir a ella.

- Vas a cumplir con todas las reglas te guste o no.

- Pues no estoy de acuerdo.- levanto la barbilla, desafiándolo.- me niego a cumplir con la tercera regla.

- Lastima, porque vas a tener que hacerlo.

- Oblígame.

Lejos de intimidarlo, sus palabras lo incitaron a hacer con ella lo que hace segundos antes se imagino. La acorralo contra la pared y apoyo sus manos a su costado, prohibiendo así de que escapara.

- Tu no… tu no eres mi padre.- susurro ella, ignorando la mano de Justin que empezaba a recorrerle el muslo.

- Es verdad, pero tengo toda la autoridad sobre ti. Y puedo hacer contigo lo que sea.- enterró su nariz sobre su pelo, aspirando ese exquisito olor a rosas.- cumplirás con esa regla. Prométemelo.

- No.- su voz sonó entrecortada. Ella maldijo por lo bajo.

- Si lo harás.- y la beso, tan intensamente, que ella sintió sus rodillas temblar.

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